Cuando tenemos tareas pendientes, surge en nosotros una sensación de embotellamiento de la que cuesta salir ¿Cómo opera la procastinación en nosotros? ¿Qué hacer para detener este ciclo de baja productividad?
Cuando se habla de procastinación generalmente se hace desde la perspectiva de Gestión del Tiempo pero este hábito también tiene una base mental.
Tu mente es un mecanismo de búsqueda y cumplimiento de objetivos. Una máquina ultra especializada cuyo propósito principal es lograr que todo lo que piensas y deseas se haga realidad. Su función es desarrollar estrategias que te ayuden a ser efectivo. ¿Cómo lo hace? Poniendo todo su foco y energía en darle relevancia a aquello que TU consideras importante y en alejarte aquello que consideras doloroso. ¿Cómo identifica la mente que algo es doloroso para ti? Guiándose de aquello que dices y haces. Veamos un ejemplo.
Si constantemente sientes desespero o ansiedad porque tienes tareas pendientes o porque sientes que el tiempo no te alcanza para sacar adelante todas las labores que necesitas hacer, esta es una clara señal de sufrimiento para tu neurología. Tu cerebro suele pensar algo así como “el trabajo es supremamente desgastante para ti. Necesito salvarte de esto que describes como estresante y sacrificante. No te preocupes, yo lo resuelvo” y empieza a buscar miles de maneras para sacarte de ese estado de estrés. Así, te darás cuenta que aunque tienes que hacer un informe importantísimo, terminas estando en redes sociales, doblando ropa o haciendo pequeñas tareas más que no son relevantes en el momento pero que te sumergen una sensación de que estás siendo “productivo”. PROCASTINAS porque tu cerebro busca todas las salidas de escape para alejarte de esa situación de dolor lo antes posible. Lo irónico es que aunque tu cerebro en efecto te aleja de eso que no quieres hacer, empiezas a sentir frustración, ansiedad y hasta culpa por no hacerlas.
La procastinación es una respuesta neurológica a una situación que hemos interpretado en nuestra mente como dolorosa.Una situación que nos abruma y que no nos deja conectar, de cierta manera, con un estado mental potenciador. Así, vemos que aplazar se convierte en la mejor estrategia de la mente para alejarnos de ese “dolor”.
La procastinación está asociada a 3 tipos de dolor:
Así, aplazas, aplazas y aplazas TANTO que tu vida se convierte en una lista interminables de tareas en donde tu mente se satura y te impide tomar decisiones claras, pensar objetivamente, diferenciar lo crucial de lo irrelevante y generar caminos eficientes para alcanzar los objetivos. Aplazas y tu vida se convierte inevitablemente en un caos.
Entonces ¿qué hacer para romper el ciclo de baja productividad?
1. Revisa cómo te hablas para que se rompa el hábito de procastinar: estar abrumado por la sensación de no tener tiempo puede ser retador, pero debes comprender que si todo el tiempo te dices “esto es agotador”, “estoy desesperado”, “ya no sé cómo manejar esto” lo que realmente estás haciendo es sumergirte en ciclos de baja productividad. Solo con que digas “quiero hacer esta tarea AHORA” hace una total diferencia en tu neurología.
2. Utiliza el orden como una fuente que te permita flexibilizarte: Solemos pensar que ser ordenado nos hace rígidos o inflexibles, pero la realidad es que el orden nos ayuda a dejar de perder tiempo en asuntos irrelevantes. ¿Cuánto tiempo gastas buscando un archivo que jurabas tener en el escritorio de tu computadora pero no lo ves? El orden en lo pequeño te da el enfoque y el método para ejecutar lo grande.
3. Asigna espacios y momentos para cada acción: prioriza tu tareas y adjudícales un espacio y una acción específica. No necesitas ejecutar todo en el instante pero sí debes saber que si “tocas” una tarea, debes por lo menos saber qué vas a hacer con ella (y no dejarla a medias). Aplica la regla del 3: ¿Qué vas hacer? ¿Cuándo lo vas a hacer? ¿Cuánto tiempo vas a tomarte en ella?
4. ¡Empieza!: Lo más difícil para romper la procastinación es tomar la determinación de empezar a trabajar. Verás que si empiezas, la tarea dejará de ser percibida por tu mente como abrumadora o aburrida.
5. Toma la tarea y pártela en pedazos: Ponte pequeñas metas. A veces no queremos hacer una labor porque la vemos tan grande y retadora que nos abrumamos. Cuando divides las tareas, esa percepción de dificultad desaparece y te abres a hacer pequeñas acciones alcanzables con mayor facilidad.
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